Yo, me trato de un ser conservador, así que por no perder las costumbres, a mis 33 años, continúo comiendo en el comedor del colegio al que iba de joven. La cocinera sigue siendo esa vieja y asquerosa bolsa de mierda que huele como a vinagre. Aún la quiero, por eso nos casamos ayer. Me enamoré de ella por su parecido a Mª Teresa Campos cuando era joven y por sus generosas caderas.
Yo siempre he dicho que las caderas de las muchachas son anchas por evolución. Para que el niño, por muy feo que sea, nazca con holgura. Pero amigos y amigas, hay que tener cuidado con según qué pantalones se pone uno si tus caderas están adaptadas para parir seres del tamaño de un potro.