
Antes de nada, me gustaría aclarar que fui educado en un colegio privado. Debido a esta desgracia, me veo en la obligación de saludar a la gente mayor, cederles mi asiento a las embarazadas y obedecer los mensajes que hay escritos en la pared. Mi cabeza funciona así, fui educado así y quien no piense así es un fascista.
La semana pasada fui a visitar a Puag a Venecia. Una vez allí, el pobre Pablo se acercó a un escaparate y se agachó para mirar el precio una gabardina (la peor prenda que existe, sin duda). Inesperadamente, pude leer el la pared "LA CÓPULA", y una voz dentro de mí no paraba de gritarme que saliera corriendo hacia el culo de Pablo, que me bajara los pantalones y que procediera a realizar "LA CÓPULA".
Estas son nuestras caras, que hablan por sí mismas: Mientras que la mía es todo felicidad y gozo por haber perdido mi virginidad, la de Pablo muestra estupefacción ante su misma pérdida.
Y es que, como siempre digo, nunca llueve a gusto de todos.